EL JUEGO SE ACABO

Con ocasión del congreso "Juegos sin Fronteras" en Munich

EL JUEGO SE ACABO

Robert Kurz


Un encuentro de silesianos de la izquierda reaccionaria: Belicistas anti-alemanes, negacionistas de la globalización, estalinistas ortodoxos e idiotas útiles celebraron un encuentro dedicado a insultar estúpidamente a los movimientos sociales.

"Ebermann: Mis cuadros están fuertemente influenciados por 1914... Gremliza: Los míos están más influenciados por 1940/41..." (Discusión en la redacción de la revista Konkret con el título "¿Bancarrota de la Izquierda?", publicada en la edición de Mayo 1991).

Las mentiras y las descaradas falsificaciones de la propaganda imperial sobre la guerra están desmoronándose. En Irak lo que está en juego no es acabar con un "peligro para el mundo", ni tampoco con los medios de destrucción masiva. No existen "ataques de precisión quirúrgica", como tampoco existieron en las guerras anteriores de ordenamiento mundial. La población civil sigue teniendo muertos y heridos en masa. No se producirá una "liberación" de los iraquíes por parte del poderío mundial de los EUA sino la mera substitución de un régimen de señores de la guerra y mafiosos por otro más dócil, a imagen y semejanza de lo que aconteció en la antigua Yugoslavia, en Afganistán y en otros lados. Podría pensarse que de por sí la izquierda radical se manifestaría de un modo consecuente y unido contra la propaganda en favor da guerra. Pero, lejos de ello, una pandilla de señores ideólogos de la guerra que, por medios fraudulentos, quieren conseguir para sí mismos el derecho a una pretendida "teoría crítica" un poco diferente, da vivas a los bombardeos masivos y participa del ambiente febril entre la soldadesca imperial. Y lo que es peor: una parte de la izquierda radical de la RFA y de Austria se dejó arrastrar a un "debate" sobre la legitimidad de esta actitud incalificable. Los belicistas consiguieron domesticar a la oposición de la izquierda a la guerra y transformarla en su animal doméstico
con buena conducta. Ya va siendo hora de frustrar, bien frustrados, los planes de esta gente.

Ocurrió hace mucho tiempo y no se ha aprendido nada: a principios de los años noventa, la izquierda radical asistió, en la RFA, al nacimiento de los llamados anti-alemanes para quienes, después de la unificación alemana y el derrumbe de la Unión Soviética, la situación del mundo retrocedió a la que se vivía en los primeros años del siglo XX. La dirección del ataque estaba clara desde el inicio: la consigna era God bless America – como las "buenas" potencias occidentales, defendiendo los "valores occidentales" y los ideales burgueses, contra el fantasma de un "cuarto Reich". La globalización del capital de hecho era estrictamente escamoteada y negada; la nueva dimensión del poder imperial bajo el solitario liderazgo de los EUA era ignorada y el desmoronamiento del capitalismo de estado de la "modernización a posteriori" nunca llegó a ser objeto de un continuo análisis crítico.

Y todo esto con el único propósito de poder proseguir su actividad en un mundo ideal negativo anti-alemán, provisto de residuos de la ideología iluminista burguesa de izquierda en el ámbito de los límites de la forma del sujeto de los sistemas productores de mercancías. Una renovación de la crítica radical del capitalismo a nivel del desarrollo global era substituida por una imagen del enemigo puramente ideológica llamada "Alemana", sin que en ningún momento hubiese sido esclarecida la relación entre la forma social capitalista y la Historia específicamente alemana. ¿Una crítica de la economía política? La respuesta es negativa. Pero en todas las ocasiones es una repetición continua de la coalición contra Hitler, sea cual sea el asunto en causa, a fin de, en un mundo burgués perpetuado, pertenecer siempre a los "buenos", pudiendo al mismo tiempo asumir la pose del "distinguido radical".

Ya con motivo de la segunda guerra del Golfo de 1991, una parte considerable de los anti-alemanes se revelaron como una pandilla de agitadores belicistas "de izquierda". Por medio de una contorsión grotesca de los hechos, el régimen iraquí, la RFA del Kohl de entonces y el movimiento por la Paz fueron subsumidos bajo el rótulo de "Hitlerianos", a fin de poder felicitar a la maquina de guerra imperial, en realidad co-financiada por el gobierno alemán, despreciando la evidencia de cien mil insignificantes cadáveres tercer-mundistas. A esas alturas se recurrió a la infame mentira de que la existencia de Israel estaría puesta en peligro por media docena de pre-diluvianos mísiles Scud, para desear el lanzamiento de una bomba nuclear encima de los habitantes de las regiones en ruina de la periferia capitalista, a título de prenda del Iluminismo occidental.

Doce años mas tarde, la misma izquierda reaccionaria y su respectiva prole celebran un encuentro ideológico de silesianos, consecuentes con su historial, con el fin de hacer de la izquierda radical alemana su rebaño de ovejas, con una doble estrategia hecha de agitación denunciadora desprovista de cualquier escrúpulo, por un lado, y por otro de una "política de alianzas" estalinista con el fin de movilizar idiotas útiles. El congreso "Juegos sin Fronteras" de Munich (del 23 al 25 de Mayo de 2003) promete convertirse en el punto álgido provisional de esta comedia bufa. Todo un espectro de autores y agrupaciones de izquierda dejándose arrastrar por la nariz. Crecen los idiotas útiles de una "política de alianzas" anti-alemana en la que ni siquiera están mínimamente en armonía unos con otros. Lo que
interesa es su presencia como representación de un rebaño. Por lo visto, el certamen fue organizado con la participación de fundadores del periódico de propaganda anti-alemán Bahamas, ávido por alinearse en la lógica de la guerra, y secundado por las respectivas organizaciones papagayas y subsidiarias para el consumo de adolescentes desocupados. La clientela reunida, cuanto más se niega a identificarse con esa secta tipo "Moon" anti-alemana, más se vuelve evidente que fue esta misma quien le insufló un superego ideológico, tal como en el servicio militar le colocan un casco de acero mal ajustado a un recluta.

Bajo el pretexto de tratarse de una aproximación crítica a la "crítica del capitalismo abusivamente simplificada" del movimiento anti-globalización, se pretende orquestar -en las condiciones de un cuidadoso aislamiento de todos los potenciales de perturbación bajo forma de un análisis crítico-, el consenso sectario entre los señores ideólogos de la guerra anti-alemanes y los opositores a la guerra envergonzados y sumisos, en forma de una "coalición de los dóciles" bajo el signo de una interpretación anacrónica de la situación en el mundo. Lo que se pretende demostrar es esto: Véanlo, algunos expertos belicistas y una serie de nombres que suenan un poco menos belicistas de las huestes radicales de izquierda, al final, han estado de acuerdo en lo fundamental ya que juntos están tan llenos de una reflexión (imaginaria) que mal pueden desarrollar una actividad. Un poco de oposición mellada a la guerra es lícito, a condición de que los agitadores belicistas anti-alemanes recojan, al mismo tiempo, el reconocimiento y las venias debidas a unos "izquierdistas honrados" y a una fuerza moral.

Ya se oye balar al rebaño de ovejas reunido y sometido al mando de los pioneros presentes del pensamiento belicista, y más aún de los ausentes. La ya de por sí claudicante "oposición a la guerra" de la revista Konkret y de la pareja de payasos políticos adeptos al marxismo vulgar, Trampert e Ebermann, en realidad no valen ni un comino. "Contra la guerra y la paz alemana" pregona Konkret, igual que todo el congreso que danza al son de la flauta de la ideología pro-imperial, para forjar su Paz (anti)alemana, aliándose a agitadoras y agitadores belicistas próximos a Bahamas, como es el caso de Stefan Grigat y Andrea Woeldike. En estrecha vinculación con los enunciados fundamentales de la propaganda belicista se procede a desacreditar la tan necesaria crítica de izquierda al movimiento por la Paz.

De cualquier modo ya es del conocimiento general el hecho de que Jungle World, que figura entre los organizadores al lado de Konkret, ha adquirido desde el 11 de Septiembre, en su función de subsidiaria del órgano central del ejército de los EUA "Stars and Stripes", méritos imperdurables en lo que dice respecto a la adulación de la anti-"civilización" capitalista. Una especie de Hyde Park corner para opositores a la guerra amaestrados a quienes también les está permitido formular una pregunta de vez en cuando, no consigue ocultar que ese "debate" está atravesado por un belicismo, medio declarado medio avergonzado, que también se trasluce en las informaciones tibias y forzadamente irónicas sobre los bombardeos en curso y el movimiento anti-guerra que protesta contra ellos.

Tampoco puede faltar la iz3w, la revista que aglutina una serie de iniciativas de apoyo al tercer mundo a punto de marchitarse y que tiene dificultades en decidirse entre su tradicional orientación para con el movimiento y su inclinación a los desmedidos ataques de cariz anti-alemán. En algunos de sus autores se mezclan por lo visto, los motivos paulatinamente adaptados de la campaña anti-alemana con el vulgar interés de los representantes de los lobbys de las ONGs del complejo humanitario-industrial tras los frentes de batalla de las guerras de ordenamiento mundial. Finalmente salió de esa cuadra la pareja insoportable de autores Uwer/Osten-Sacken que, con una regularidad penetrante, también tienen carta blanca para llenar Konkret y Jungle World de reflexiones escogidas sobre como la "democracia" y las "formas de trato cívicas" deben ser enviadas a los iraquíes, cabalgando en mísiles crucero. Una "argumentación" así despojada de cualquier análisis de las condiciones capitalistas y tan penosa que, hasta hace pocos años, nunca fue admitido esse desprecio en la izquierda radical y en el movimiento a favor del tercer mundo, ahora es puesta "a debate" con la seriedad de alumnos de primera
clase.

Si en esa área es tan grande la voluntad de olvidar todo lo que ya se sabía, tal vez se deba al hecho banal de que el lobby de las ONGs, si quiere esta vez tener algo que decir en el Irak devastado por las bombas, debe presentarse en la administración militar de los EUA para la debida verificación de sus respectivas conciencias.

No vale la pena seguir enumerando más cosas. Si hay algo que une esta asamblea de parlanchines compulsivos contaminados por el belicismo, es su perspectiva retrógrada, según la cual la historia se paró en 1945. Aquellos que balbucean algo sobre una "civilización capitalista" positiva, que nunca existió; aquellos, cuyo análisis del capitalismo no pasó del nivel de la primera guerra mundial y que ponen entre comillas el concepto del capital transnacional para documentar su propia ignorancia; aquellos que se encuentran ideológicamente aferrados a la forma capitalista del sujeto como la mosca al pegamento y que no quieren reconocer ninguna diferencia entre la teoría de la sobre acumulación de Marx y la economía política del antisemitismo, a fin de poder derramar a voluntad su veneno denunciador contra las reflexiones teóricas sobre las crisis que son de su gusto -toda esta gente tiene el atrevimiento, fruto de su indecible estupidez, de querer emitir juicios vinculatorios sobre los movimientos sociales. En este contexto ni siquiera se desprenden de la mala imagen de sentarse en la tribuna al lado de un fantasma proveniente del mundo fosilizado de la secta ML paleo-estalinista de Munich llamada "Unión obrera para la reconstrucción del KPD" (Partido Comunista de Alemania)(Streitbarer Materialismus [Materialismo Belicoso]). ¡Qué noble gesto de colegial a fin de recoger los vestigios de la "crítica abusivamente simplificada del capitalismo" de los movimientos del año 2003!

Esta es la postura típica de la falsa conciencia de secta, cuando ve sus posiciones irse aguas abajo: cualquier movimiento que exceda los limites de una masa manipulable y susceptible de ser organizada en su propio provecho es tratado como enemigo. El hecho evidente de que los movimientos nacidos de
las contradicciones del capitalismo tienen que apoyarse, antes que nada, en una "crítica abusivamente simplificada del capitalismo", no sirve así de base al desarrollo ulterior de la teoría crítica, sino a una desenfrenada denuncia propagandística. Los predicadores antialemanes de la penitencia ya tenían declarada anteriormente la cuestión ecológica como un asunto fascista, y ahora quieren hacer lo mismo con la cuestión social. Y sus idiotas útiles dicen sí y amén y balancean con aire convencido sus cabezas vacías decualquier vestigio de pensamiento.

Estas reacciones se deben también al hecho de que estos contextos serían perfectamente incompatibles con el carácter transnacional de los nuevos movimientos. En otros lugares, sus parientes espirituales tuvieron al menos la decencia de pasarse abiertamente al lado del poder imperial y de la constitución capitalista, con el fin de renegar de su identidad radical de izquierda de antaño. Sólo los antialemanes de Alemania y de Austria tuvieron la originalidad de querer asociar el belicismo pro-imperial con una pretensión de "crítica radical". Si una construcción tan absurda es absolutamente incomprensible en los países europeos vecinos de Alemania, mucho más lo es para el resto del mundo. En realidad, la grotesca amalgama de identidad antialemana es la más nacional de todas, representando el más
profundo provincianismo alemán frente a los movimientos a escala global.

Los belicistas antialemanes y sus idiotas asociados nada quieren saber del carácter transnacional del desarrollo capitalista y se mantienen intelectualmente al nivel de la era de las guerras mundiales, porque ellos mismos no saben ni quieren ser transnacionales. El mundo está subsumido al propio mal olor germánico y, así, los millones de manifestantes contra la guerra y contra la globalización en Nueva York y Washington (con la participación de movimientos judíos), en Londres y Madrid, tal como sus congéneres en Berlín, se les presenta como tantas otras manifestaciones idénticas con la misma conciencia "alemana", fascista y antisemita. Un caso evidente de paranoia clínica.

¿En qué consiste el verdadero problema? La mayor parte de los movimientos están constituidos por masas de gente la mayoría muy joven y que no tienen pasado político, ni de izquierda, ni de cualquier otra tendencia. Eso no significa que sean neutros y vírgenes en términos ideológicos. Por el contrario, están sobrecargados por las socializaciones y las mediaciones mediáticas de la conciencia burguesa vigente, a lo largo de cuyas líneas de fractura se desarrolla su oposición, a través de la experiencia de lasclamorosas contradicciones que provoca el capitalismo de crisis globalizado. El sentido en que estos movimientos se desarrollarán está abierto, tanto a corto como a largo plazo. Sobre ellos y en su seno actúan corrientes, grupos, organizaciones e individuos con una historia "política" ya formada y/o con identidades ideológicas (desde anti-imperialistas, otras corrientes de la izquierda radical, pasando por neofascistas etc. hasta jóvenes palestinos, árabes y migrantes de otros orígenes y orientaciones). Todo esto, no es nada nuevo, fue desde siempre la estructura típica de los movimientos sociales.

Existe hoy una presión en el sentido de formas de asimilación de cariz nacionalista o religioso y antisemita que no solamente proviene de neofascistas y grupos islámicos y de migrantes, sino también de las degeneraciones nacionalistas y antisionistas y, en última instancia, antisemitas, de un anti-imperialismo desorientado de los antiguos adeptos de la izquierda que, con el final de los "movimientos de liberación nacional" del tercer mundo perdió su razón de ser y, por ello, se va degradando; así como los productos de descomposición del marxismo de estado de la "modernización a posteriori" en todo el antiguo bloque del Este se manifiestan nacionalistas y antisemitas.

Los belicistas anti-alemanes y sus idiotas útiles no son verdaderos adversarios de estas tendencias sino, muy al contrario, son sus cómplices. No luchan por, sino contra los movimientos como tales, porque estos no danzan al son de la inteligencia asesina y proimperial "de izquierda"; imputan a las masas de jóvenes opositores a la guerra y a la globalización una identidad parecida a la de los pasotas neofascistas y nacional-"anti-imperialistas"; llevan una política destructiva de la profecía que se cumple por si misma para, de cualquier manera, identificar las incómodas manifestaciones de masas precisamente en la forma que les conviene, con el fin de poder denunciarlas en su conjunto como el despertar de un movimiento nacionalista y antisemita y desviar de cualquier intromisión productiva y crítica el rebaño de corderos de la izquierda, subyugándole con argumentos anti-alemanes.

Esto no es ningún error de los antialemanes, sino su método y su propia esencia. Para ellos cualquier resistencia que aparezca debe ser denunciada, desde ahora, como nacionalista y antisemita con el fin de excluir del juego cualquier mediación crítica (el propio concepto de mediación ya fue definido como palabra fea que un buen antialemán no debe pronunciar).

Los antialemanes y su vanguardia belicista y proimperial provienen, realmente, de la misma lógica que la de la descomposición de la historia de la vieja izquierda, así como sus opositores "anti-imperialistas", queconstituyen solamente el reverso de la misma medalla. En la historia de la modernización, la izquierda tradicional estaba acostumbrada a atribuir un valor positivo al lado "progresista" del desarrollo capitalista. Al iniciodel siglo XXI, además, este desarrollo se paró y el mercado mundial entró en colapso debido a las consecuencias de la tercera revolución industrial. La globalización no es más que una manifestación de un capitalismo de crisis a escala global, cuya transnacionalidad negativa debe ser invertida en un sentido emancipador. Los antialemanes y los anti-imperialistas bloqueanjuntos este próximo paso de actuación y del pensamiento emancipador.

Ambos se niegan a admitir que la historia de la modernización capitalista llegó a su fin y que ya no hay ningún polo en el desarrollo capitalista que pueda ser relacionado con valores de la "izquierda". Ambos se aferran com uñas y dientes a las categorías capitalistas de la Modernidad, a la forma del sujeto del "trabajo abstracto" (Marx) y a las formas del sistema productor de mercancías. Ambos se encuentran, orientados en la misma medida hacia las constelaciones de una situación mundial que pertenece al pasado, fijándose los unos en la "liberación nacional" del tercer mundo y los otros en la eterna repetición de la coalición contra Hitler. Por eso se vem obligados a propagar la absurda alternativa entre una referencia positiva a Saddam y Bin Laden por un lado, o a Bush y Blair, por otro. Esta falsa polarización no se encuadra en una lucha por el futuro sino por el pasado. La izquierda radical no llega, de esta manera, a una posición propia que se encuentre a la altura del proceso histórico, convirtiéndose por el contrario en un adorno de las diversas formas de expresión de la barbarie global de la
crisis capitalista.

En este proceso, los belicistas antialemanes y sus aliados idiotas útiles intentan armarse con la máscara de la "crítica radical", escondiéndose detrás de una history fiction que no tiene la más mínima vinculación con los hechos. En su película fantástica, la "superpotencia alemana" se prepara, frente a la UE, para en su cualidad de remake (NUEVA VERSIÓN) lineal del imperio nazi, desafiar a los EUA en una lucha por la expansión territorial y por zonas de influencia, materias primas, mercados y mano de obra, tal como antaño ocurría con el auge del imperialismo clásico. Con esta vieja "teoría del imperialismo", que se encuentra a la altura de la "crítica abusivamente simplificada del capitalismo" de Lenin de 1916 y que, ironía de las ironías, es precisamente igual que su rival "anti-imperialista", los anti-alemanes pretenden vender una miserable toma de posición a favor de la guerra imperial de la última potencia mundial como la cima del radicalismo. El conflicto en el seno de la OTAN en torno a la guerra contra Irak sirve de "prueba" superficial de esa construcción sin pies ni cabeza, sin que nadie se tome además el trabajo de apoyar esta interpretación en un análisis del capital mundial.


Incluso una ojeada superficial a la situación mundial es suficiente para constatar que no se trata de una competencia imperialista tradicional. No se trata tampoco de intereses expansionistas nacionales e imperialistas, ni de mercados, ni mucho menos de mano de obra, ni incluso de materias primas (Petróleo); se trata solo, en el contexto de las estructuras transnacionales, de reproducción del capital. El capitalismo no puede volver atrás a una situación anterior a la globalización. Del mismo modo que no hay vuelta atrás a una situación anterior a una estructura de poder del imperialismo global de la OTAN conducida de forma incontestable por la última potencia mundial, los EUA, cuyo avance en términos de armamento y cuyo complejo militar e industrial no pueden ser igualados por la UE ni en décadas de esfuerzo continuado, si hubiese cualquier motivo para hacerlo. Incluso los manifestantes muy jóvenes que son insultados por ellos podrían esclarecer a los nostálgicos y colaboracionistas antialemanes sobre el hecho de que el ejército alemán se encuentra plenamente integrado, a escala global, en la maquinaria militar del imperialismo global, y que solo no tiene capacidad operativa en ninguna parte.

En realidad, el conflicto en el seno de la OTAN no es de naturaleza estratégica, siendo los objetivos ampliamente idénticos, sino de índole táctica y legitimadora en el seno de la estructura global del poder imperial. Frente a la amenaza y en parte ya frente a la realidad manifiesta de las crisis de los mercados financieros y las monetarias, con la economía de los EUA como epicentro, la última potencia mundial, sin concurrencia en el plano militar, aposta por una fuga hacia delante. Tanto la pretensión del control global como de los flujos de los capitales deben ser defendidos cueste lo que cueste, aunque ello implique la quiebra de las propias bases legitimadoras (ONU, derecho internacional, el principio de la soberanía etc.). Algunos gobiernos subalternos, como el francés o el alemán, se detienen sin embargo ante las posibles consecuencias incontrolables, en parte precisamente porque no tienen capacidad para una actuación militar independiente.

De hecho, este conflicto táctico y legitimador no se desarrolla apenas en la superficie, entre algunos gobiernos europeos y el gobierno de los EUA, sino también en el interior de las administraciones, asociaciones de intereses y clases políticas de toda la estructura del imperialismo global. Una parte de la asociación federal de la industria alemana y el órgano central de la bolsa "Wirtschaftswoche" apoyan la política guerrera de los EUA junto con un gran bloque de "atlánticos" en el CDU, en el FDP y en el ala derecha de la socialdemocracia. A la inversa, parte de la industria, de la política y de la administración de los EUA y de Gran-Bretaña critican el rumbo arriesgado de los "halcones" que allí predominan. No se trata de potencias nacionales e imperialistas que se enfrentarán unas contra las otras, sino de un conflicto en torno al "como", en el seno del imperialismo de seguridad y excluyente
occidental.

Los belicistas y otros antialemanes, que sueñan con ser "críticos radicales" del fantasma de una superpotencia nacional alemana se alinean en la realidad incondicionalmente con las oscuras fuerzas del imperialismo global, codo con codo con los nauseabundos Blair e Bush, de pareja con los conservadores duros de Alemania y con la parte más agresiva de las asociaciones más importantes de la economía alemana. No critican el aparato de la RFA por formar parte de la estructura del poder imperial sino por el contrario, por no tener de momento convicción y militancia suficientes.

No tiene nada de extraño que, ante el estado avanzado de la situación global de crisis, se manifiesten contradicciones en el seno de la construcción imperial global. La única cosa acertada desde el punto de vista de la crítica radical seria explicar estas contradicciones en base a la estructura de crisis de la globalización con el fin de, precisamente en la práctica del movimiento, hacerlo avanzar por igual también contra la parte alemana, y confrontar la hipocresía pacifista de la mayoría roja y verde con el encuadramiento real de la RFA en la lógica, en el contexto de los intereses y, al mismo tiempo, en la irracionalidad de las guerras de ordenamiento mundial occidentales y democráticas.

Los antialemanes, por el contrario, proyectan estas contradicciones anacrónicamente hacia atrás sobre la era de las guerras mundiales para, de forma abierta (Bahamas & Cia.) o implícita (el resto de los parroquianos o clientela, atormentado por el superego ideológico correspondiente), tomar partido por los "halcones" imperiales. Sus estúpidas deducciones por analogía, así por encima, son de la más perfecta incoherencia. Ahora repiten como un papagayo la patraña según la cual un dictador fallido del tercer mundo como Saddam Hussein seria un "peligro para el mundo" análogo a Hitler, lo mismo que se hacen la idea de que en breve un ejército nazi nuevo y genuinamente alemán tomará el mundo por asalto. Incluso en términos puramente inmanentes, su construcción es absolutamente absurda, ya que, si realmente nos encontrásemos en una situación semejante a la anterior a 1914, una posición "radical" nunca jamás podría consistir en combatir el "propio" imperialismo nacional tomando partido por otro imperialismo nacional. Así, se apresuran a proyectar de cualquier modo sobre todo eso el prototipo de la coalición contra Hitler, aunque la cosa no tenga manera de parecer mínimamente cierta. Entonces, como se prefiera, ¿primera o segunda guerra mundial, o antes de las dos juntas? Solo hay una cosa que no se ha visto: la verdadera constelación mundial del año de gracia 2003.

Con el fin de deshacer los escalofriantes errores y contradicciones lógicos, históricos y prácticos de su "argumentación", los antialemanes erigen un escenario amenazador de esquemas de identificación ideológicos destinados a volverlos inatacables. Quien desenmascara sus ridículas construcciones pasa desde ahora por "anti-americano" y "antisemita".

En realidad es natural que los EUA, como centro de la estructura de poder y de la máquina militar imperial, sean como tal designados y atacados por la crítica radical. Los criterios que distinguen esta crítica de un antiamericanismo cultural de derecha son, primero, su derivación de la crítica y del análisis de la relación del capital y, segundo, la constitución de esa crítica como anti-nacionalista y transnacional, parejo al movimiento opositor de izquierda en los mismos EUA. Los belicistas antialemanes y sus idiotas útiles, por el contrario, quieren marcar con el odioso estigma del antiamericanismo nacionalista de derecha toda la crítica a la maquinaria militar de los EUA; y forma parte de ello la denuncia a la izquierda y al movimiento contra la guerra en los EUA, de la misma forma inapropiada con que denuncian los movimientos europeos. Se limitan así a representar el reflejo invertido del antiamericanismo nacionalista, exigiendo la identificación inmediata y positiva con el aparato de violencia de la última potencia mundial y certificando un "avance civilizador" a la sociedad de los EUA, cuya cuota de internamiento de la delincuencia social en prisiones y centros penales es hoy mas elevada que la de la Unión Soviética en los tiempos de Stalin. Tampoco los norteamericanos "pueden" ser anticapitalistas, debiendo ser solo "antialemanes".

Los antialemanes ofrecen el mismo panorama de un modelo de mala interpretación en cuanto a Israel. También aquí la "identificación total" paranoica o, en realidad, autista, dará su contrario preciso. La necesidad de defender el derecho a la existencia del estado judío contra la cruda ideología antisionista (lo que nada tiene que ver con un peligro agudo para la existencia de Israel) se convierte en una toma de posición militante a favor del gobierno de derecha del Likud. La oposición de izquierda, o incluso apenas liberal, tanto como el movimiento contra la guerra en Israel, son denunciados por los antialemanes con la misma vehemencia de todos los demás. También aquí se colocan codo con codo con las fuerzas racistas más reaccionarias, al lado de los asesinos de Rabin y con las eminencias ocultas que hay detrás de ellos, y encima tienen aún la osadía de presentar todo esto como la única y legítima "crítica del antisemitismo". De un modo general se arrogan la autoridad de definición sobre el conjunto del antisemitismo, para poder colocar a su antojo esa siniestra etiqueta a su alrededor, o amenazar con ello en cuanto se insinúe el mínimo desvío del superego de Bahamas. Así, la supuesta crítica del antisemitismo se infla y desvaloriza de tal modo que deja de ser seria y con ello acaba dando cobertura al síndrome del antisemitismo.

El cálculo de los antialemanes, movidos por la ambición y por la locura de la política identificadora, ya no se refiere a la sociedad; no quieren saber nada de Israel ni de las personas de Irak, y mucho menos de la situación en los EUA, y ni siquiera de la emancipación, sino que quieren única y exclusivamente una política de barrio en el interior de la izquierda, tendiente a la respectiva "toma del poder". Quieren criar una identificación pura en un espacio estancado de la locura ideológica. Y, también, por eso de que el antisemitismo ya no se origina en la sociedad sino al revés, la sociedad se origina en el antisemitismo que se presenta como un principio totalmente negativo.

El motivo más profundo de esta locura es la pérdida del sentido de la realidad y la huida de la misma, porque ya no puede ser representada en base a los paradigmas del pensamiento iluminista de la izquierda burguesa y en los restos del marxismo del movimiento obrero, desde siempre "abusivamente simplificado". Los anti-alemanes se agarran al "legado burgués" de la historia de la izquierda, cuando el deber de la crítica radical seria liberarse de él a cualquier precio. Quieren ser "radicales", pero quieren serlo desde el fundamento de la ontología capitalista que se les escapa bajo los pies. De ahí la fuga hacia un espacio ideológico imaginario, de ahí la identificación con la última potencia mundial capitalista. De ahí también la llamada a los instintos más bajos, inducidos por el chauvinismo del bienestar, de una izquierda metropolitana que de repente se convence de que tiene que ver más con las boutiques de Nueva York que con las ruinas de Kabul. Y de ahí también su éxito relativo en los ambientes izquierdistas, a los que les gusta dejarse "sorprender" por los anti-alemanes, porque apelan a su secreta identidad pequeño-burguesa occidental y autista, invocada como programa en el ámbito de la nueva crisis mundial.

Ante una izquierda radical maniatada de este modo y rebajada al nivel de un rebaño de ovejas que se deja mandar a cualquier destino por los miembros anti-alemanes de la claque del asesinato en masa imperial, apenas queda un único sentimiento: el asco. ¿Incluso toda la izquierda radical en la RFA y
en Austria con pretensiones críticas frente al tradicional anti-imperialismo se encuentra en este estado de descalabro y de degradación moral e intelectual? ¿No será por el contrario una minoría de belicistas y sus respectivos idiotas útiles que, en la mayor de las impertinencias, elevan sus voces y ocupan posiciones claves publicitarias, confiando en el efecto de la inercia de la ovina paciencia de una turba de activistas de izquierda y de lectores compulsivos de sus pasquines, que en realidad piensan de modo totalmente diferente? Solo podremos salir de dudas si los opositores coherentes a la guerra y los críticos radicales de la anti-"civilización" capitalista finalmente se movilizan.

Es preciso acabar de una vez con todo el "debate" con los belicistas, ¡ya sean hard o softcore! El belicismo no puede ser una alternativa satisfactoria. El tiempo está más que maduro para trazarnos la línea divisoria también a nivel formal, después de trazarla con respeto al contenido. La izquierda radical del espacio de lengua alemana deberá formarse de otro modo, incluso en el aspecto periodístico, si alguna vez quiere verse libre de esta epidemia. ¡Tenemos que acabar con todo el liberalismo y con todo amedrantamiento, acabar con todo el fingimiento burgués de comprensión frente a los tontos provincianos ideales que se conocen con el nombre de anti-alemanes, que en todo el mundo son la vergüenza de la izquierda alemana y austriaca! Si no ocurre finalmente un terremoto en este paisaje de la izquierda, podemos olvidarnos de una crítica social radical en esta sociedad para los años que vienen. Los movimientos sociales perderán su oportunidad y serán vaciados por los elementos ideológicos nacionalistas y antisemitas – y todo ello debido a la parálisis anti-alemana de la izquierda.

Lo que mucho fermenta, se convierte finalmente en rabia: ¡destruye lo que destruyó la izquierda radical – denuncia a los denunciantes! No se trata de dar un nuevo aliento a la lógica del sectarismo de izquierda, del microclima envenenado, de la política identificadora autodestructiva y a la voluntad de poder de los gurús. Por el contrario se trata de acabar con esa lógica, que asumió una nueva calidad en los demagogos anti-alemanes sobrepasando incluso las situaciones kafkaianas que se confirmaron en los "grupos K" de los años setenta [nombre que en la época del post 68 se daba a los numerosos micro-movimientos de extrema-izquierda; n.d.Tr.]. Se trata de acabar también con la atmósfera bizantina creada por los belicistas de sospechosas ambiciones y de desenfrenado maquiavelismo entre bastidores. La necesaria crítica del antisemitismo, aunque sea de la "izquierda" ex-anti-imperialista, es un asunto demasiado serio para poder ser dejado a merced de la inflada y gastada voluntad de poder de los autotitulados tribunales de linchamiento anti-alemanes. Y, para la izquierda radical, es una cuestión de autoestima y de auto preservación condenar el belicismo divulgado por los anti-alemanes por las vías directas y osmóticas y tomar en sus propias manos la crítica consecuente de las tendencias nacionalistas y antisemitas fuera de y contra esos políticos de la paranoia. La lucha contra la peste parda no debe dejarse desvalorizar por el belicismo. Al mismo tiempo, la izquierda radical debe liberarse de la atmósfera sofocante que paraliza el discurso que hace falta ahora para que se formule de nuevo la crítica al capitalismo del siglo XXI, puesto que los belicistas, colaboradores y nostálgicos antialemanes dieron una carga denunciatoria a todas las cuestiones necesarias para la creación de las teorías, aunque elnexo con su parcial visión del mundo no fuese más que una idea peregrina.

Evidentemente puede darse el caso de que esta exhortación ya llegue tarde y de que la polarización errónea y funesta en el seno de la izquierda, entre los "anti-imperialistas" degradados a nacionalistas, anti-sionistas y antisemitas, por un lado, y por otro los cómplices pro-imperiales y belicistas de la máquina capitalista de la potencia mundial junto con sus idiotas útiles asociados, ya se encuentre demasiado avanzada. Estos dos polos de la misma conciencia anacrónicamente calcinada de una historia de izquierda que pertenece irremediablemente al pasado también se perderán juntos, tal vez arrastrando consigo una gran parte de los ambientes de la izquierda radical ideológicamente agotados y transformados en una mentira ambulante. Existen situaciones en que se vuelve más prometedor en términos de futuro arriesgarse ir solos que balar como los corderos y croar como las ranas.

Pero también existen señales de esperanza, como por ejemplo la huelga escolar en toda Alemania contra la guerra. Tal vez estemos ante los primeros signos de una nueva generación del mundo que ya en breve va a mostrar a ambos fósiles con la edad que realmente tienen. Existirá una vida de la crítica radical y emancipadora, más allá de los paradigmas e interpretaciones fijados en el pasado, que hoy abarrotan esas publicaciones de la izquierda radical que ya sobrepasaron su fecha de caducidad. Los muertos-vivos del marxismo vulgar anacrónico y de la ideología iluminista burguesa no tienen otro futuro más allá del ataúd al que por derecho próprio pertenecen.

¡Viva la solidaridad crítica con el movimiento contra la guerra y con los movimientos contra la globalización capitalista, aquí y en todas partes del mundo!
¡Viva una nueva solidaridad transnacional venida de abajo!
¡Viva la solidaridad con los manifestantes judíos de Nueva York contra la guerra y con todo el movimiento de oposición en los EUA, con la izquierda israelita y con los millones de manifestantes en Londres, Paris, Roma, Madrid y Berlin!

Se agradecería la reproducción y distribución voluntaria de este esclarecimiento. Robert Kurz , con el apoyo de la redacción de "Krisis" y de la redacción de "Streifzüege".
28.03.2003
Traducción al Portugués de Lumir Nahodil
http://planeta.clix.pt/obeco/

Traducción del portugués al español: contracorriente