EL MERCADO MUNDIAL DEL "AGROBUSINESS"

EL MERCADO MUNDIAL DEL "AGROBUSINESS"

Robert Kurz



Todos acaban de descubrir su cariño para con los países pobres y muy pobres: el Foro Económico Mundial, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio (OMC) y en general los especialistas en economía de todos los países. Los Estados ricos, dicen, deberían renunciar a su hipocresía y abrir finalmente sus mercados, principalmente para los productos agrícolas del Tercer Mundo. No se debería hablar continuamente de libertad de comercio y privar de esa libertad precisamente a los más pobres de entre los pobres. Por eso deberían caer los derechos aduaneros y las subvenciones agrícolas en los EEUU y sobretodo en la Unión Europea. Y en este sentido, hasta los críticos de la globalización tendrían también alguna razón.

Aquí está el chivo neoliberal hablando como un jardinero. Esta argumentación vulgar es de por sí una hipocresía, porque esconde los verdaderos presupuestos del negocio agrícola global. Normalmente no se cierran las puertas de los bloques del comercio occidental a los productos de los pequeños agricultores pobres. ¿Quién del Tercer Mundo entra en el mercado agrícola mundial? Son en su mayoría los señores de una economía de plantaciones, porque fue asumida por el colonialismo y desarrollada por los regímenes desarrollistas. No se trataba ni se trata aquí del abastecimiento de las personas, sino de la imperiosa generación de divisas para consumo militar y proyectos piramidales de las potencias. Se olvida a menudo que son justamente las regiones de hambre y miseria las que ponen en el mercado mundial productos agrícolas competitivos. Ya en el pasado fueron en realidad muchas veces compañías agrícolas y alimenticias como Nestlé, Unilever o la famosa United Fruit Company quienes, a través de la exportación de capitales, desarrollaron capacidades de producción agrícola en el Tercer Mundo, para servir desde allí a los mercados occidentales. Después del paradigma de desarrollo "nacional" independiente quebrado bajo la presión de la tercera revolución industrial (que también afecta al sector agrícola) y de la globalización, será más que nunca el capital agrícola occidental -que se esconde detrás del pretendido lobby para el Tercero Mundo, asistido por monstruos estatales sin perspectiva de los países cuyos representantes aprendieron en los foros internacionales, justamente en nombre de laapertura neoliberal de mercado para el negocio agrícola- quien evocará com lágrimas la miseria de aquella multitud de pobres, de los cuales en realidad son explotadores auxiliares y abatidores.

Lo que aparece tan inocentemente como "agricultura del Tercer Mundo", se basa de hecho en un proceso progresivo de expropiación de poblaciones enteras, cuya lógica ya fue descrita por Marx en su famoso capítulo sobre la "acumulación primitiva". Recursos naturales de todo tipo que anteriormente eran libremente accesibles son bloqueados, vedados y declarados "propiedad privada". Y en un proceso progresivo en pro del negocio agrícola, son expulsadas de su tierra las personas, cuyo estatuto legal está poco claro o es ignorado. Apenas a una pequeña parte les es "permitido" entonces trabajar, muchas veces en condiciones inhumanas y bajo una lluvia de pesticidas, por salarios miserables en las fábricas del mercado mundial (de la producción de cacao a la de flores cortadas). Y cuanta menos importancia tiene el factor trabajo en esta racionalización a gran escala, debido al capital mecánico y electrónico, más personas serán arrojadas fuera hacia la miseria de esta situación de explotación. No hay que olvidar: el negocio agrícola global está combinado con una igualmente brutal desnaturalización de los alimentos, que son preparados hasta el consumo final, desarrollando meros aspectos aprovechables para una "comida design".

La práctica occidental de aislamiento y subvención no es mejor, sino la outra cara de la misma moneda. Tampoco favorece a los verdaderos productores, sino únicamente a las fábricas agrícolas que producen para el mercado mundial y sus "inversores". Detrás de los muros aduaneros y subvencionarios de la Unión Europea existe la tragedia oculta de un desastre campesino. En breve también sentirán eso los productores agrícolas de los países de la Europa central y oriental después de su adhesión a la Unión Europea. La Unión Europea quiere, por ejemplo, también en Polonia pagar subvenciones solamente a las fábricas agrícolas que respetan las normas económicas industriales delmercado mundial. O sea: una gran parte de la población campesina de Polonia debe, en términos sociales, estirar la pata, como anteriormente lo hicieron una gran parte de los productores industriales. Es absolutamente obvio: el debate oficial sobre el cierre o la apertura de los mercados agrícolas, se resume a una competencia de lobbys entre los "global players" de la indústria agrícola capitalista, en la cual los productores agrícolas deben acabar los unos con los otros. Como en todos los otros ámbitos tampoco aquí la alternativa puede ser las regulaciones "mejoradas" de las instituciones capitalistas (UE, OMC, Banco Mundial, etc.). Pues los chivos de la lógica de la valorización no pueden ser reeducados como jardineros del valor de uso y mucho menos en el sector agrícola y alimenticio.

Precisamente aquí es necesario un movimiento transnacional contra el agrobusiness. Esto significaría, en primer lugar, hacer del próprio abastecimiento de la respectiva población el criterio decisivo; en segundo lugar, reorganizar las restantes relaciones transcontinentales en el sector agrícola a través de formas cooperativas; y, en tercer lugar, impedir la desnaturalización nociva en lo que se refiere a la salud. Los productores agrícolas deberían comunicarse directamente entre ellos, deberían pasar por encima de las instituciones oficiales e intentar crear nuevas relaciones com los consumidores urbanos para ir mas allá de la lógica del capital. El primer objetivo de un movimiento así podría ser atacar la inmovilidad de los recursos naturales por el capital agrícola y romper las restricciones y controles jurídico-estatales relativas a ella. Esto significaría tomarse en serio en un sentido muy elemental el lema: "El mundo no es una mercancía!"

Neues Deutschland, 7 de Febrero de 2003
Traducción del alemán al portugués: Nikola Grabski
http://planeta.clix.pt/obeco/
Traducción del portugués al español: Zanini H.

Contracorriente: m.vallseca@telefonica.net